He aquí la Micromanía número 1 de la primera época, una revista de 84 páginas a todo color publicada por Hobby Press en julio de 1985 a un precio de 250 pesetas.
Contenido principal
- Jet Set Willy: analizado a tope
- Elige tu formato: los modos de presentación visual en el Amstrad CPC 464
- Spectrum: cómo se programa un juego
- MSX: el imperio contraataca
Editorial
Hasta hace unos pocos años, la informática era una especia de Ciencia oculta. Los ordenadores eran enormes, carísimo y los manejaban señores muy serios que usaban invariablemente bata blanca y un lenguaje incomprensible para el resto de los mortales. Por ello, los ciudadanos corrientes asociábamos el ordenador con el ambiente inquietante y atemorizador de un quirófano o de un templo antiguo de una deidad moderna.Hoy los niños aprenden lo que es un bit antes de abandonar por completo el chupete, y por supuesto, saben decir «Spectrum» o «interface», antes de que «Mesopotamia» o «paralelepípedo», palabra esta última, por cierto, cuyo significado hemos olvidado hace tiempo, si es que alguna vez la supimos.
Sin embargo, a pesar de lo que el ordenador personal es ya un objeto tan cotidiano en millones de hogares como el tresillo o la minipimer, todavía desata en muchas cabezas, y en muchas publicaciones, un antiguo respeto, una vieja reverencia, que ha llegado el tiempo de desechar del todo.
La postura de quienes hacemos Micromanía (por cierto, hermanos gemelos, la mayoría de nosotros, y del mismo nombre, de quienes hacen Microhobby Semanal) es la de los ordenadores, los micros, o como queramos llamarlos, son magníficos instrumentos de experimentación y diversión, al alcance de todos, y no objetos de sagrados o mágicos.
Cuando en ocasiones leemos en sesudos periódicos, insignes ladrillos del país, consideraciones de gran altura filosófica sobre los peligros que entraña el ordenador para la juventud, porque se pasa horas ante ellos matando marcianos, nos tiramos al suelo de risa. Quienes hablan de estos peligros son los bisnietos en línea directa de quientes proclamaron en su tiempo que el tren era un invento del diablo. En el fondo, la familiaridad de la juventud, y hasta de la más tierna infancia, con sus pequeños y potentes micros, les produce alarma y zozobra. Es el subconsciente de muchos anida la preocupación de que los hijos de cada vecino crezcan con el dominio de una tecnología que ellos se sienten incapaces, no ya de dominar, sino siquiera de entender.
También está la protesta cretina de aquellos que piensan que los ordenadores personales sólo deberían servir para aprender geometría, resolver ecuaciones en las escuela, o llevar la contabilidad del ama de casa o de la farmacia de abajo. Tampoco han entendido nada estos señores. Cualquier adicto a los más variabods -y en apariencia triviales- usos de n pequeño 48K, podría dar fe de que un ordenador, como dijo Isaac Asimov, es la única herramienta ante la cual es imposible no aprender. Nosotros, y vosotros, lectores, aprendemos con ellos, incluso cuando matamos marcianos, actividad ésta, por cierto, bastante más inofensiva y pacífica que la que practicaron millones de espectadores de fútbol cada domingo.
Todo esto, y más cosas, que pensamos quienes hacemos y haremos Micromanía, se verás reflejadas en estas páginas. Una revista de adictos y para adictos que sale hoy al mercado y que, seguramente, no viene «a llenar un hueco» en ninguna parte, como se dice siempre, porque aquí lo que hacemos son revistas, y los baches que los rellene el Ayuntamiento.
Lo que sí esperamos que se note es que nos divierte todo esto, y que pretendemos divertir, si nos sale bien, a los lectores. No es ésta, por lo tanto, una revista seria sobre micros, en el sentido convencional de la palabra. Tampoco tebemos del todo claro qué es, exactamente, Micromanía, ni vamos a definirla aquí como si fuera un dogma inamovible, aunque sí tenemos bastante claro lo que no queremos que sea. Micromanía es lo que parece, y será lo qe hagamos de ella entre todos, muy especialmente incluidos nuestros lectores. Procuraremos estar en la última en programas, juegos y novedades que se nos ponga por delante, para que en nuestras páginas encontréis la mejor ayuda a vuestra afición.
No faltarán los artículos técnicos sobre máquinas, lenguajes, etcétera, o buenos juegos para dejarse las pestañas tecleando, que siempre es una forma instructiva y amena de coleccionar dioptrías. Estaremos muy abiertos a vuestras sugerencias y poco a las sugerencias interesadas de fabricanetes y distribuidores, aunque sabemos que esta postura suele ser la vía rápida que se conoce para perder con rapidez un buen empleo en la Prensa.
En fin, haremos Micromanía cada mes lo mejor que sepamos, y os pedimos vuestra ayuda y apoyo. El próximo número será mucho mejor que éste, como sucede siempre, porque todo primer número es el producto de un terremoto, y cuando leais estas líneas varios de nosotros sufriremos castigo de cara a la pared por las erratas y fallos que, invariablemente, aparecerán impresas, y que, maldita sea, al jefe no se le escapan nunca.
Al menos, vosotros sed benévolos. Hasta el mes que viene.
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